Se acerca el fin de
año, así que es tiempo de hablar de la agenda.
Todo el mundo sabe lo que es una agenda, ese cuaderno diseñado con base a los días del año donde
vamos consignando nuestras actividades y compromisos para cada día, semana y
mes. Allí apuntamos también aquello que no queremos olvidar, direcciones, cumpleaños,
números de teléfonos, etc.
Hay personas muy apegadas a su agenda, que no funcionan si no es conforme al guión que han
previsto, y otras que se mueven en el extremo contrario, que apenas planifican
nada y viven improvisando la mayor
parte del tiempo.
Sea como sea, quien establece una agenda tiene una intencionalidad,
un propósito, que lo impulsa a desarrollar determinadas acciones para obtener ciertos resultados
que busca deliberadamente.
Pues bien, los narcisistas
tienen una agenda, para sí
mismos y para sus víctimas, esto
lo aprendí en mi experiencia con mi amigo narcisista,
y lo he corroborado en las historias de otras víctimas.
Conocer la agenda del narcisista es fundamental, el abuso que
hemos sufrido no es casual, no es fruto
de un impulso o del carácter del agresor, ni de las circunstancias, ni del cambio de las
estaciones. Estos trastornados nunca dan puntada sin hilo, siempre están
maquinando, lo que hemos vivido fue buscado intencionadamente
y tenía un doble propósito:
1. Extraer combustible
de nuestras reacciones emocionales, positivas y negativas. Para ello, procuró primero
dominar y controlar a su presa, y luego la fue destruyendo, emocional y
psicológicamente, paso a paso, en forma encubierta,
hasta absorber toda su autoestima, y desecharla.
2. Explotar ventajas adicionales de su víctima:
finanzas, influencias, estatus, etc. Cuando capta a su presa hace un inventario de todo lo que considera
valioso para él. Le arrebatará lo que ella posee y él ambicione, no nos quepa
duda: tiempo, recursos, ideas, etc. Esa es su naturaleza depredadora.

Los
narcisistas aman su
agenda, aunque no la pongan por escrito, porque son unos
obsesionados del
control, y, además,
valoran por encima de todas las cosas su
tiempo.
Jamás lo malgastan en nada que no les reporte algún
beneficio, ya sea en forma de
combustible
o en algún asunto que redunde en su
propio
provecho egoísta. Odian que les hagan
perder
el tiempo, porque se sienten más importantes que los demás, y están
convencidos que su
tiempo es mucho más
valioso que
el del resto de los mortales.
Tener su agenda hace
que el narcisista se sienta superior, así ejercen poder y control en su entorno. En realidad, todos los manipuladores son amantes de
sus agendas, sus juegos simplemente
buscan que se logren sus propósitos
perversos.
Así mismo, la agenda
le facilita al depredador economizar energía
y recursos. De esa manera, logran centrar sus esfuerzos en el cultivo y la
extracción del combustible, la droga
que requieren continuamente para funcionar.
La agenda del narcisista, la mayor parte del tiempo, permanece
oculta. Nunca se exponen, ni muestran
sus cartas. Son extremadamente desconfiados
y suspicaces, lo que devela la paranoia
que está latente en ellos, especialmente en los narcisistas encubiertos.
Como tienen su vida dividida en compartimientos, no cruzan las agendas
que tienen marcadas para los distintos
escenarios en los que se mueven. Llevan vidas paralelas. Los compartimientos rara vez interactúan entre sí, es una forma que
tienen de protegerse, para que la
información sobre él no se divulgue,
ni pueda ser contrastada. Él sale y entra de cada escenario según su conveniencia, y sin dar cuenta a nadie de sus cosas.
Aunque los narcisistas
tienen un comportamiento impulsivo
y son impacientes a la hora de buscar
la gratificación de sus egos, cuando quieren cosechar y extraer combustible, no lo dejan al azar,
siguen una agenda. Su plan incluye celadas y trampas, se muestran amables,
por ejemplo, para que la víctima
baje la guardia, y cuando la ven desprevenida
arremeten con su zarpazo mortal.
Los narcisistas maquinan
constantemente, son capaces de esperar semanas y semanas hasta que ven la
ocasión propicia y, ¡zas!, golpean a su presa cuando ella menos se lo espera. De
esa manera, la castigan, así ejecutan la devaluación,
el descarte y completan todo el ciclo del abuso. Incluso a veces tienen
un plan B, por si acaso falle su agenda primera.
Esto no se puede percibir a menos que la víctima comience a atar cabos de lo que ha ido
sucediendo. Situaciones aparentemente
inconexas, que vistas aisladamente no tienen mucho sentido, cuando se
relacionan entre sí muestran que todo forma parte de una agenda, un plan,
preparado malévolamente por el
agresor narcisista.
Cuando esto sucede, la víctima descubre como su verdugo
actúo con premeditación y alevosía en su intento de destruirla. La venda, al fin, cae de sus
ojos.
LA AGENDA DEL
ABUSADOR: Para sí mismo y para sus víctimas
La agenda que
oculta el narcisista en su mente la podemos dividir en 2 capítulos: las páginas que dedica para
sí mismo y las que tiene reservadas para sus víctimas:
a) Para sí mismo:
El narcisista
sufre de una fantasía recurrente:
convertirse en el centro del
universo, gozar de un éxito ilimitado,
que el mundo reconozca cuán especial,
maravilloso y único es él. Su ambición
por lograr esta quimera no tiene fin. Por eso se empeñará con todas sus fuerzas
en construir y mantener una fachada o imagen que se corresponda con las pretensiones de su inflado ego, que
despierte la admiración, y si es
posible, la envidia de los demás.
En esto se emplearán a fondo, porque de la mañana a la noche
no hacen otra cosa que pensar en ellos
mismos, en sus sueños, en sus planes, en como demostrar su superioridad y su valía frente a otros. Su
espacio vital se reduce a su ego. Ya sea en los estudios, en el trabajo, en su
comunidad de vecinos, en el deporte, en cualquier actividad en la que
participen, buscarán por todos los medios
colocarse por encima y ser el más
grande, el más cotizado, el que destella más luz.
El poder, en sí
mismo, es su gran ambición, el corazón de su agenda, aunque no lo confiese
expresamente, quiere convertirse en un pequeño dios del Olimpo y que todos le adoren
y le supliquen. Poder es igual a combustible, y el combustible les permite mantener y obtener todavía más poder.
Dado que esto les obsesiona
enormemente, a veces su fantasía
les juega una mala pasada y se embarcan en proyectos
que se convierten en sonoros fracasos.
Si esto sucede, culparán de lo
sucedido a otras personas. No se
sentirán responsables del destrozo
que han causado, ni permitirán que nadie les
pida cuenta de sus acciones.
La otra cara de la moneda es que sienten tanto temor a quedar por debajo de los demás, a ser ridiculizados
públicamente, que en muchas ocasiones no se expondrán
ni tomarán la iniciativa para no correr ese riesgo. Detrás de su fantasía
de superioridad y grandeza se encubre
su inseguridad y su cobardía. Como ello atenta directamente contra su fachada, optarán por permanecer en la sombra y cuidar extremadamente su imagen, culpando a otros de su suerte y desvalorando a todo aquel que logre
descollar a su alrededor.
b) Para las víctimas:
Para llevar a cabo los sueños de su agenda, el narcisista necesita a sus víctimas, ellas le darán
los recursos y, sobre todo, el combustible que requiere para regular
su fluctuante autoestima y obtener el
poder que tanto ambiciona:
Para cada una de sus víctimas, el narcisista lleva una agenda donde tiene apuntadas, entre otras cosas:
1. Información personal que utilizará para
manipularla y explotarla: experiencias del pasado, secretos, claves de sus
redes sociales y de sus cuentas, etc.
2. Listado de sus debilidades y vulnerabilidades.
3. Resentimientos:
Todo lo que víctima ha dicho o hecho, u omitido, y que le ha causado alguna injuria. Los narcisistas ni perdonan ni olvidan, su inflado ego no se los
permite.
4. Recursos que va a explotar y expoliar de ella:
relaciones, influencias, dinero, ideas, objetos, etc.
5. Las manipulaciones y juegos que implementarán para
extraer de ella el suministro narcisista y también para
castigarla.
6. Los tiempos de la devaluación
y, sobre todo, del descarte.
7. El papel que le asigna como fuente de suministro narcisista, sí es
principal o secundaria, o si la tiene en reserva
en su alacena.
8. El tiempo del hoovering o su re-enganche.
LA AGENDA DEL
ABUSADOR: Despojar a la víctima de su agenda personal
En la medida en que la relación con el narcisista fue avanzando, la víctima fue perdiendo su agenda
personal. En realidad, el agresor no siente ningún respeto por el tiempo de
la otra persona, ni por sus metas, que
deben supeditarse a las suyas.
Arrebatarle a la víctima su agenda, es quitarle a ella el control
y el poder sobre su vida, su tiempo y sus recursos. En realidad, ella fue considerada
como una extensión de él mismo, un objeto,
él jamás reconocerá que su presa pueda tener objetivos y planes propios. En su mente torcida, todo debe girar en
torno a él.
La víctima es condicionada a seguir los planes del abusador, que la dejará colgada cada vez que le venga en gana. Estamos en el núcleo del
abuso, personas que aprenden a renunciar
a sus propios intereses para plegarse sumisamente a la agenda de su agresor.
Cuando llegue el momento de la devaluación, la mayor parte del tiempo la víctima se sentirá abandonada y despreciada, en realidad se
dará cuenta que su verdugo la ha excluido de su agenda. De esa manera se completa el ciclo del abuso: primero despoja
a la víctima de su agenda personal, y luego, al
devaluarla, es excluida de los planes
del narcisista, que ya no le dedica ni tiempo ni atención.
En el descarte,
encontramos a la víctima desorientada
acerca del valor de su propia vida, sin agenda
ni propósito personal, con su sentido de identidad erosionado y paralizada.
CONCLUSIÓN: ¡Es
tiempo de recuperar nuestra agenda!
Superar las secuelas del
abuso lleva su tiempo y, ciertamente, es un proceso, pero una de las primeras
medidas que debe tomar la víctima es, precisamente, recuperar su agenda personal,
la misma que un día el agresor le arrebató
para anularla, desconociendo sus metas y sus intereses.
Recuperar nuestra
agenda es retomar el control y el poder en nuestra vida,
es volver a centrarnos en nuestras metas y recursos, y, lo digo por
experiencia, constituye un gran paso en
el camino de la recuperación. Ya no
estamos a merced de nuestro maltratador y de sus necesidades de combustible, tampoco debemos estar supeditados
a las circunstancias. Si tenemos una agenda
significa que hemos recuperado nuestra capacidad de establecer objetivos y de ser los conductores de nuestro destino.
No debemos estar sometidos
a los intereses de otras agendas, ni
del narcisista ni de ninguna otra
persona, eso atenta contra nuestra autoestima
y a la final se convierte en abuso. Declaremos nuestra autonomía, seamos los protagonistas
de nuestras propias historias, el tiempo de la esclavitud hace tiempo que terminó.
Este es el reto:
tener una agenda personal, que
marque un antes y un después, para que nunca más nuestra
existencia gravite en torno a los
planes de otras personas.
Ningún momento más oportuno que este fin de año para dar el
paso: recuperar nuestra agenda. Así reafirmaremos nuestra
libertad frente a la tiranía del manipulador narcisista.
Agradecido de antemano por sus aportes y comentarios. En las cercanías ya del 2018, envío a todos un
saludo.
@libresdelnarcisista